Comienza con un llamado poético: los dos primeros versos del Va pensiero de Verdi, "Vuela pensamiento, ve y pósate en las laderas y las colinas". De pronto todo se vuelve íntimo, en un concierto de confesiones.
Y luego, con las imágenes, las escenas y las metáforas se entretejen la música y la vida de Giusseppe Verdi en obstinada repetición, para descubrir al artista que encuentra en la belleza la razón para seguir viviendo, creando. En el final se asume la única certeza que queda en pie: "Oh, mi patria tan bella y perdida".